No era una noche especialmente tensa. Apenas encontraron a gente durante la guardia: unos pastores durmiendo al raso, algún despistado y aquella pareja buscando refugio y que terminaron durmiendo en un pesebre.
Spurius no se encontraba cómodo con las rondas nocturnas. Intentaba evitarlas, pero siempre caía alguna, con los riesgos de algún ataque, el frío... Pero esa noche resultaba especial, tan tranquila, con tanta calma. Incluso Aulus y Tiberio se habían quedado adormilados, al lado de la fogata, desde esa posición que les permita contemplar buena parte de Belén.
Entonce sucedió algo. Escuchó algo, una música que nunca antes había escuchado, un perfume que le recordaba su infancia y que le hablaba de la belleza, de algo nuevo.
- ¡¡Aulus, Tiberio!! ¡¡Despertad!!
- Eh, ¿qué sucede?
- ¿No os dais cuenta? Ha sucedido algo... No sé el qué, pero es bueno.
Tiberio se acercó a su posición.
- Mira, allá hay una luz... Y mira, parece que se acercan algunos pastores.
- Vayamos a ver qué puede haber pasado.
Los tres legionarios romanos abandonaron su posición y se encontraron con los pastores caminaban. Iban cantando, alegres, rápidos.
- ¿A dónde vais, qué sucede, qué sucede?
A pesar del tiempo que llevaban en Judea, aún no se entendían bien con los nativos. Parecían inofensivos, decidieron no sacar las armas y acompañarlos hasta que llegaron al lugar de donde salía la luz, una vieja cuadra donde se encontraba aquella pareja que, por la mañana, habían ayudado cuando buscaban un lugar para hospedarse. Los pastores cantaban el nacimiento del hijo y les regalaban alimentos, ropas para protegerse del frío...
Los soldados sonrieron. "No es nada peligroso". Volvieron a saludar a José, le dejaron un par de cantimploras con agua y les felicitaron por ese hermoso bebé antes de volver a su posición comentando que tenían la impresión de haber escuchado cantar a las ninfas de los dioses.
Photo: http://sergimateo.com/el-portal-de-belen-tambien-sufre-la-crisis/