domingo, 14 de septiembre de 2008

Camineros, jícaras y verdugos

Aunque me avisó al poco de su edición digital, hasta hace unos días no he tenido tiempo para acercarme a leer Camineros, Jicaras y Verdugos, el nuevo libro de Luis Miguel Rabanal. Los lectores de su poesía ya conocemos las líneas maestras que la recorren, sus preguntas sobre el dolor de la existencia, la soledad, el sentido de la vida. Sigue fiel a su temática pero logra, una vez más, sorprendemos y abrirnos nuevos horizontes que estos cincuenta versos dedicados a la memoria de Cristina Rabanal.
La soledad era
buscar ese bosque
donde no se encontrase
el secreto,
las manos salpicadas
de blanco.
Luis Miguel Rabanal sigue buscando y compartiendo sus hallazgos con sus fieles lectores, cómplices silentes ante una nueva colección que, como lied dolorosos, nos acompañan en la habitación. Es poesía para el invierno, para cuando la muerte golpea a la puerta y avivamos el fuego de la chimenea pensando que, el rosario que tenemos entre las manos, encontraremos el calor que nos da conocer los secretos.

La madurez de Javier Loya

Apenas supera los treinta años, pero toda su vida ha transcurrido entre fogones, desde los juegos de la infancia a los descubrimientos de la adolescencia. Javier Loya es el brillante continuador de una saga de cocineros con hitos en su historia como el Félix o el Real Balneario de Salinas. Desde hace unos años, imparte su magisterio en Deloya Restaurante, en Oviedo. Alojado en el Hotel Husa Santo Domingo, al que supera en calidad, Javier apuesta por la calidad e innovación, tradición y revolución, terruño y mestizaje. Todo ello con el nexo común de la calidad en el producto. Las pocas veces que he ido a Deloya Restaurante no he comido, he disfrutado. Y también la gente que me acompañaba. Vale la pena conocerlo.

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