viernes, 8 de junio de 2012

Visita a Peñafiel

Vista de Peñafiel



No lo planificamos con mucho tiempo. La única condición era poder ir y regresar en el día. Así que decidimos viajar hasta Peñafiel, un poco después de Valladolid, para visitar la bodega de Protos en un acercamiento a eso que se llama el enoturismo.

El viaje fue tranquilo. La carretera apenas presenta complicaciones. Autovía hasta Valladolid y, superada la circunvalación de la capital castellana una carretera nacional hasta Peñafiel. Pierdes la comodidad de la autovía, pero es una carretera donde se conduce fácilmente, sin grandes complicaciones.

En primer plano, los respiraderos
 de las bodegas


Con un urbanismo que parte del castillo reconvertido en el actual Museo del Vino, que no llegamos a pisar (íbamos justos de tiempo), Peñafiel es un pueblo agradable para pasear y disfrutar de un ambiente tranquilo. Una pena no tener más tiempo para conocer ese spa. 
La visita a la bodega de Protos, objetivo central de la excursión, también valió la pena. Un paseo agradable y muy didáctico.


La bodega


Aunque si algo recuerdo de ese viaje y  no olvidaré nunca es el sabor del Lechazo, de la media paletilla que nos bajamos para reponer fuerzas y que, por sí sola, justifica el desplazamiento. Lástima no haber contado de más días para comprobar si en todos los restaurantes se preparaba igual de bien que en la casa donde estuvimos y de la que, en otra entrada, os daré cuenta.
Sí, si hablo de Peñafiel inmediatemente pienso en ese Lechazo y comienzo a salivar...






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