Tentación
Sintió esa punzada, un escalofrío que le atormentaba cada vez que veía a una jovencita acercarse. Las piernas, los pechos turgentes, el pelo largo... La veía sonreír, caminar hacia él y vibraba con la necesidad de agarrar el acero y recorrer su vientre para beber de ella mientras expiraba esa juventud. Era un enfermo, lo sabía, y conocía cómo vencer a ese mal. Se deleitó en el placer del acero sobre una mano y la humedad en la otra. Miró a la jovencita y pensó en su maldición antes de acercarse.
- No hay nadie como Jack de rápido para servir una sidra.