domingo, 23 de agosto de 2009

Usain Bolt es una mujer

Usain Bolt es una mujer. Sólo así se explica su superioridad sobre los competidores. La falta de órganos genitales masculinos le permite correr con unos gramos de menos y, además, el aporte de hormonas masculinas le ha concedido un desarrollo muscular extraordinario.
Lo escrito antes le sonará a todo el mundo como una broma y muy simpático. Sin embargo, es lo que hemos leído a lo largo de esta semana sobre otra atleta, la sudrafricana Caster Semenya después de su victoria en los 800 femeninos. Es un hombre, dicen las derrotadas. Incluso la han sometido a un test para determinar si su carga genética es la de una mujer o la de un varón, habida cuenta de que, según parece, sus órganos femeninos son los de una fémina.
Todo eso se ha publicado en España en prensa seria y sin ningún atisbo de pudor. Así, por el artículo quince, millones de personas se han tirado a destrozar la intimidad de esa chica, a hablar sobre su sexo y su vagina, si cuenta con vulva y micropene, si tiene vello facial en exceso o no.
Sin duda, una muestra de machismo sociológico. Lo que es una extraordinaria marca queda reducida al mundo de las dudas por ser una mujer la autora. Como no podemos negar los tiempos, dudamos de su sexo. ¡El no va más! Le quitamos a la mujer su femeneidad, su propia esencia.
Porque yo me pregunto que Caster Semenya no habrá aparecido en el Aeropuerto de Ciudad del Cabo para ver a un grupo de atletas y dirigirse a ellos: "Disculpen, ¿es la selección sudafricana de atletismo que va al mundial? ¿Tienen un hueco para el 800?" Una atleta de elite no nace de la noche a la mañana, se crea a lo largo de muchos años de entrenamiento. Si es masculino ahora, lo era antes. Y también sus marcas. Luego hubo tiempo suficiente para comprobar y despejar las dudas. Pero no vengan ahora con todos esos cuentos.

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