Arranca una nueva edición de Gran Hermano. La buena noticia para Tele 5 es que rozó el 30% de cuota de pantalla, un porcentaje que asegura la rentabilidad y una nueva hornada de friquis que, en unos meses, llenarán las tertulias televisivas y presentaciones por todas España. Para mí, la buena noticia es que no conozco a nadie que haya visto ese primer programa. Ni los familiares más cercanos ni en los amigos, nadie se asomó a lo que venden como un experimento social pero que no deja de ser bazofia televisiva, bien hecha pero bazofia por la vulgaridad de su contenido y pensar que nos puede interesar la vida de unos cuantos sujetos encerrados en un plató durante 24 horas.
Sin embargo, estoy algo, o bastante, equivocado, porque una buena parte de la población española ha visto ese programa. Y en la próxima churrascada familiar, el tío Arsenio nos comentará algo del programa y todos sabemos que el tío Arsenio es una persona muy seria.
Gran Hermano debe este éxito que rejuvenece un formato a punto de morir a la situación económica. Sin subida de tipos de interés, el programa no tendría éxito. Porque el tío Arsenio y muchos que se sientan para ver el programa son personas normales, apuradas con el pago de la hipoteca y que ven a gente tan normal como ellos, pero haciendo el ridículo para salvar la subida del euribor. Y eso sí que es estar fastidiado. Así que el tío Arsenio se alegra y sigue para adelante con la tranquilidad de que otros otros comen las mondas de sus patatas y siempre tendrá un gran hermano donde caerse muerto.
Es lo que pienso.