martes, 27 de octubre de 2009

Cuentos digitales

Cuando cualquier lector se asoma a los medios de comunicación digitales, puramente digitales, parece que va a encontrar noticias ausentes de los medios convencionales. Uno, lector de medios digitales y tradicionales, encuentra diferencias entre ambos, pero no más de las que puede haber entre El País, ABC y La Vanguardia. Aunque también aparecen carencias de rigor que un medio tradicional no se puede permitir. Y no sólo en uno, sino en varios. Cruzan líneas sagradas del periodismo como el rigor o separar información de opinión.
Doy tres ejemplos leídos en los últimos medios
Un medio digital informa de la visita de Alejandro Amenábar a Avilés. En la crónica digital venden como entrevista lo que en realidad es la suma de una rueda de prensa y el acto en el que participó. O sea que no hubo entrevista. Es una práctica que difícilmente colaría en un medio tradicional.
En otro hablan de la visita de Brad Pitt a Avilés. En plan mega-secreto confidencial, cuentan que la prensa asturiana está muy molesta con el presidente Vicente Álvarez Areces porque no se aporta de Pitt durante su visita a Avilés, incluyendo el paseo por el parque. Cuando, en realidad, todos sabemos que Areces sólo lo vió en el Hotel Nh Palacio de Ferrera y, eso sí, para fotografiarse. Otra inventiva que difícilmente se publicaría en un medio tradicional.
Un último ejemplo: es un medio digital asturiano con una obsesión por la TPA, donde realizan una persecución implacable de la televisión autonómica. Unos autores (anónimos) destripan todos los contratos y todas las cifras de audiencias de la TPA mezclando sin ningún pudor datos con opinión. Por ejemplo, califican de premio de Navidad la adjudicación en unos 320.000 euros de un contrato a una empresa de cuatro trabajados seguir las informaciones de Avilés y la costa occidental asturiana. Pero, vamos a ver, si multiplicas los costes de cuatro trabajadores, más los desplazamientos y amortizaciones de material, ves que el margen es más bien justito.
Desde luego que la libertad de expresión les ampara a ellos a decir lo que quieran y cómo quieran, al igual que a esta bitácora. Pero lo que no deben hacer es levantar banderas que en absoluto enarbolan con su práctica diaria.

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