La Unión de Actores entregó el otro día sus premios anuales. Una gala de la profesión sin el más mínimo de respeto a la etiqueta, lo cual tiene su gracia en un gremio que debe vivir de la imagen. La Unión decide entregar un premio honorífico a Javier Bardem por ser el primer actor español en lograr un óscar. Me parece perfecto y es bueno que se reconozca a los mejores y su contribución. En TVE, veo la entrega y a un Javier Bardem muy emocionado, sinceramente emocionado y a punto de llorar. Hasta ahí todo perfecto. Este es el contexto.
Ahora toca la anécdota. La joven reportera de Televisión Española entra en directo para informar sobre la gala y la entrega a Bardem. Resume la actitud del oscarizado en una frase: "Un momento muy fuerte". Le faltó decir "te lo juro, tía, un momento muy fuerte". Y lo repitió una vez más por si nos quedaba alguna duda.
No quiero criticar a esa profesional, porque la cámara siempre intimida y más en un directo. Seguramente careció de tiempo para preparar un texto y memorizarlo. Escribo todo esto porque esa expresión con aire vulgar y pijo a la vez, superficial y de una pobreza intelectual tremenda, demuestra, una vez más, la marea de mediocridad en la que vivimos y que nos contagia de forma progresiva. Desde luego que no era ese el adjetivo, sino emocionante; pero nos estamos vulgarizando, desperdiciando la riqueza de nuestro idioma y reduciendo todo a cuatro palabras multiusos que, a base de repetirlas, pierden su contenido. Como diría la reportera: "muy fuerte, muy fuerte".