sábado, 15 de junio de 2013

La mirada


Todos los días del año, al menos eso intento, dedico un rato del día a escibir. Me siento en la cocina, en el escritorio, me tumbo en la cama; a primera hora del día o de la tarde; en Avilés, Gijón o Xivares... No importa el día ni el lugar; si escribiré a mano o directamente en el ordenador. O si rescato la vieja máquina de escribir. 
Pero siempre, siempre, aparece idéntica búsqueda, que no es más que si esa mirada que uno tiene aporta algo al mundo, aunque sólo sea mi mundo. Si convertir ese arco formado por la manguera mientras baldean la calle en un puente de cristal, el boceto de un arco iris o, simplemente, en admirar la belleza de las gotas de agua hasta que caen en el suelo incrementa mi felicidad.
Si es así, vale la pena escribir.
Y, si encima, otros te leen y disfrutan, la recompensa es infinita.

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