Me guían las estrellas del cielo. Y nada me podrá me parar. Primero tomaremos Oviedo, y más tarde caerá Gijón. Sí, Paz, nada te protegerá. Ni Pili mili ni el fotoshop te salvará. Sé que tienes miedo, mucho miedo. De hecho, ni ese despliegue militar que preparas para mañana te protegerá. Mi llegada a Gigia es inevitable. Me guían las estrellas del cielo. Ni infantes de marina ni los Hornet ni la cabra de la legión. Los de Illas somos muy duros y la Quinta Bandera de los Rangers de Poli tomarán su posición. No tendremos piedad. Y eso que Gijón no existe.
Sí, Paz, porque Gijón no existe. Tal vez algunas casinas a mano izquierda según entras pueden tener el nombre de Gjón, pero lo demás ye un parque temáticu. Ya desde los tiempos de Don Vicente el alcaldón Gijon es un parque temático que reduce Asturias a una visita de hora. La calle Uría se mal copia en Los Moros y próximas; las Cuencas se reparten por La Arena y el Llano; el Avilés más obrero se calca en La Calzada y Cerillero y el casco histórico se mal copia en Cimadevilla, donde ponéis unas notas de las callejuelas del Oviedín de toda la vida. Aspiráis a Cudillero y Lastres con el Náutico y os salió mal la copia de Salinas en San Lorenzo. Tal vez porque era lo primero que copiabais.
Gijón no existe, Paz, lo vuestro ye un parque temáticu.