jueves, 8 de enero de 2009

Para Annie

Annie, acabo de leer tu post y me surgen estas reflexiones:

No creo que yo sea un producto del azar, ni de la evolución, ni una broma del destino, ni una casualidad cósmica. No creo que yo esté aquí para nada, para morir, para pagar una hipoteca.
Ni yo, ni tú, ni la sonrisa de mi sobrina, ni la piel de Costilla, ni Juan Sebastián Bach componiendo las Variaciones Golderg, ni Pollock, ni Claudio Rodríguez.
No creo que la vida sea nada ni que, después de 2.000 años, seguimos haciendo el canelo en un campo (la Fe) cuando toda la cultura humana ha avanzado.
No creo que Win Wenders haga cine por nada, que la belleza del universo sea una broma cósmica de neutrones, neutrinos y materia oscura. No creo que el Dolor, el Mal, el Horror, la Enfermedad sean sin más expresiones de la naturaleza.
No creo que, en algo más de cuatro o cinco mil años de historia de la Humanidad, sólo a un grupo de medio centenar de israelitas, no más de cien o doscientos, se les ocurriera que Dios se hizo hombre para, con su Amor, salvar a la Humanidad y explicarnos el sentido de todo esto, de enviarnos su Palabra y enseñarnos a orar.
No, no puede ser todo un convencimiento psicólogico ni una ilusión colectiva.
Pienso, en las sabias palabras de Benedicto XXVI, que somos un pensamiento de Dios, un pensamiento lleno de amor y de sentido, un pensamiento único y hermoso.
Todos, tú también, hermana mía que, aún estando alejada de la Fe, honras a Dios con la belleza de tu trabajo.

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