sábado, 24 de enero de 2009

Llamada de un concejal



Miró a su móvil y suspiró. Hacía tiempo que nadie le telefoneaba. Apenas escuchaba su politono salvo para los avisos desde su domicilio, la petición de una barra de cuarto poco hecha y un litro de leche semidesnatada. En las cafeterías, él era de los pocos que no podía hablar con nadie. Tampoco disfrutaba del placer de cortar conversaciones. “Perdona, no te puedo atender”. “Disculpa, te llamaré más tarde”. “Prefiero hablar de esto en privado, si no es muy urgente”.

Nadie le llamaba. A él, Arcadio Montemaña, el que fuera el victorioso concejal, la esperanza de la oposición, condenado, ahora, al ostracismo tras las intrigas palaciegas. No, nadie le llamaba. Miró a su terminal. Una lágrima se convirtió en rocío de las teclas.

Perdone, soy Arcadio Montemaña. Tengo una llamada perdida de ustedes. ¡¡Ah, es el periódico!! ¿Quién me ha llamado?

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