domingo, 13 de abril de 2008

Elogio de la función pública





En su día, la película pasó por las pantallas sin un gran estruendo. O yo no lo recuerdo. Se trata de Fracture, un filme de Gregory Hoblit, un tipo que me parecía desconocido pero que, después de consultar en la Wikipedia resulta que ya ha firmado unas cuantas películas, todas ellas igual de interesantes. La trama es sencilla. Anthony Hopkins es un brillante ingeniero aeronáutico que, en lo que sería un caso de violencia machista, asesina a su mujer al descubrir que le es infiel.
La acusación pública recae en un joven fiscal, Ryan Gosling, a punto de dejar la función pública (valga la redundancia) para incorporarse a un bufete privado y dedicarse a ganar dinero. Es más, la acusación puede ser su último caso como fiscal. A medida que avanza el metraje, el fiscal descubrirá que, en esta vida, hay algo más importante que el ganar dinero y que puede ser la satisfacción de cumplir bien el trabajo, el orgullo de dedicar una carrera profesional a la comunidad, el hacer velar y cumplir las leyes que, en una democracia, convierten a todos por iguales ante la ley. En suma, un elogio de la función pública, de las verdaderas vocaciones de servicio.
Y es algo que me gusta destacar al recordar esta película de interpretaciones correctas, que no entrará en la historia del cine por la puerta grande, pero sí para alimentar reflexiones sobre los valores en el trabajo, sobre esa brújula invisible que existe en muchas personas y que en ocasiones se ve con dificultad por la suciedad que acumula la vida y las mareas bravas.



 

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