El pilivalerismo cierra una semana especialmente negra en la que sus carencias han quedado en evidencia para nuestra desgracia. El chiste que cita Pedro Westerman es la guinda de un pastel que comenzó a mediados de semana cuando se supo que el Ministerio de Econocomía concedía el Plan Urban a Oviedo y no a Gijón o a Avilés. La pérdida de una subvención en una convocatoria tan ambiciosa e interesante no es un drama, sí un duro golpe cuando la administración convocante es de tu partido y el dinero se va a un adversario que, además, ha hecho un lema ("el cerco de Oviedo") de lo que es una mentira. La reacción del gobierno por su cabeza ha llegado tarde, tratando de responder a una oposición que, como es normal, se tiró a la yugular. Con asesores atados al presentismo, los argumentos fueron bastante patéticos. Comenzando por recordar la gestión del PP (que, por cierto, ya fue juzgada por los avilesinos y de forma bastante clara) y cerrando con una frase que, de no ser por Bibiana Aído y Pepiño Blanco, podría llegar a la antología del disparate político español, donde los autores deben sufrir para seleccionar. "No se ha perdido nada, porque no se tenía nada". Buen consuelo para los avilesinos, sobre todo para los de la zona suroeste, que se beneficiarían de ese dinero. ¿Para qué decirles que el Plan Avilés Suroeste se hará, aunque con recursos municipales y autonómicos, pero ahora se dilatará más en el tiempo? ¿Para qué tranquilizar a la población exhibiendo logros de gestión o un proyecto claro si, bajo los dictados del presentismo, lo que manda es responder al PP, no exhibir lo que se hace? Es lo que pasa por prescindir de la incompetencia para entregarse a la inutilidad.
La semana continuó con las declaraciones sobre el incidente de baterías de cok. Hace unos poces meses, delante de las baterías de cok, Pilar Varela expresaba su alegría por la inversión medioambiental en la empresa. Ahora, llega y recuerda la necesidad de respetar el medio ambiente y patatín, patatán. Son los riesgos del pilivalerismo. Después de leer y escuchar lo que dice, uno piensa que esas inversiones son mentira, un matrix ecologista de los Mittal Boys para quedar tranquilo. La situación con baterías no ha cambiado: o respetan la norma medioambiental o no pueden producir. Como le pasa a todo el mundo, pues la legislación se debe cumplir. Más allá de eso, esos cambios de discurso llevan a pensar que o bien no saben de qué hablan o bien nos trataban de engañar. O ambas cosas. O, en el mejor de los casos, la ausencia de discurso, el hablar por hablar, para llenar espacios, algo que no debería extrañar en un gobierno donde el adn político es minoritario en una colección de tecnócratas (al final son los mejores), trepas y algún que otro perdido, o perdida.
Y cerramos la semana con las bromas sobre el 11-M, el mayor atentado terrorista de nuestra historia reciente. No está mal recordar el respeto que merecen las víctimas, todas las víctimas, y hacer chistes sobre esa desgracia deja en fariseismo todos esos rostros serios tras las pancartas contra la violencia machista o los atentados de ETA. muy grave, sino fuese porque tan sólo es la expresión de uno de los síntomas del pilivalerismo: el deseo de quedar bien, la ausencia de reflexión, el día a día sin pensar en el ayer y en el mañana, sin pensar.
La semana continuó con las declaraciones sobre el incidente de baterías de cok. Hace unos poces meses, delante de las baterías de cok, Pilar Varela expresaba su alegría por la inversión medioambiental en la empresa. Ahora, llega y recuerda la necesidad de respetar el medio ambiente y patatín, patatán. Son los riesgos del pilivalerismo. Después de leer y escuchar lo que dice, uno piensa que esas inversiones son mentira, un matrix ecologista de los Mittal Boys para quedar tranquilo. La situación con baterías no ha cambiado: o respetan la norma medioambiental o no pueden producir. Como le pasa a todo el mundo, pues la legislación se debe cumplir. Más allá de eso, esos cambios de discurso llevan a pensar que o bien no saben de qué hablan o bien nos trataban de engañar. O ambas cosas. O, en el mejor de los casos, la ausencia de discurso, el hablar por hablar, para llenar espacios, algo que no debería extrañar en un gobierno donde el adn político es minoritario en una colección de tecnócratas (al final son los mejores), trepas y algún que otro perdido, o perdida.
Y cerramos la semana con las bromas sobre el 11-M, el mayor atentado terrorista de nuestra historia reciente. No está mal recordar el respeto que merecen las víctimas, todas las víctimas, y hacer chistes sobre esa desgracia deja en fariseismo todos esos rostros serios tras las pancartas contra la violencia machista o los atentados de ETA. muy grave, sino fuese porque tan sólo es la expresión de uno de los síntomas del pilivalerismo: el deseo de quedar bien, la ausencia de reflexión, el día a día sin pensar en el ayer y en el mañana, sin pensar.