Existen palabras que corren el riesgo de estropearse por su mal uso, por la aplicación inapropiada a realidades que no corresponde con lo que, originariamente, representaba esa palabra. Eso sucede al definir una persona como un buen hombre, o mujer si es el de sexo femenino. Sin embargo, todos los que nos acercamos hoy a Illas a despedir a Daniel Álvarez sabemos que es la forma exacta de definir quién era en su dimensión humana, la que realmente cuenta. Trató siempre de ayudar y ejercer su actividad profesional con honestidad y rigor. La muerte le llegó en plena juventud, lo que añade más dramatismo a su marcha. Es duro perder a una buena persona, y más cuando aún esperábamos tener muchas más conversaciones, muchas más horas con él.
Descansa en Paz, Dani.