jueves, 21 de octubre de 2010

Y lo que venga

Yo, por Avilés


En casa siempre me dijeron que había nacido a esta misma hora de un día como hoy sólo que en 1971. O sea, que estoy de cumpleaños. Por si alguien quiere saber la hora, deben ser las siete de la tarde. Minuto arriba o minuto abajo.
Tampoco sé si fue la hora auténtica o algo que me dijo mi madre para que me callase.
El caso es que estoy aquí y doy gracias por ello.
Gracias por vivir y sentir la vida. Gracias por alcanzar este lugar.
Gracias por Costilla, Costillina y todos los demás.
Gracias por los libros, por el vino, por el tabaco, por las estrellas y los baños en el Cantábrico.
Gracias por Juan Sebastián Bach, por los monjes de Silos, por Nothing Else Matters.
Respiro y estoy vivo. Es maravilloso.
Voy a seguir disfrutándolo.

Sujetadores que salvan vidas

Silk protector
Avenida de Galicia, Gijón
octubre de 2010


Fue noticia en todos los periódicos, buena parte de las emisoras de radio y en los noticieros de las televisiones: un sujetador que se podía convertir en una máscara con la que salvar la vida en un ataque químico. Casi nada.
Y, con la noticia aún fresca, en West Gijón, uno encuentra en la calle lo que, para unos, pueden ser los restos de una tarde loca, un ataque de pasión, lujuria desenfrenada. Pero no, no, no. Es uno de esos sujetadores que salvan vidas, ejercicios de protección civil. Vaya usted a saber. Igual la siguiente prueba es ponérselo en la cara y llegar a casa. Cariño, he evitado un ataque químico...

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