sábado, 27 de marzo de 2010

No soy Din Martin



De acuerdo, ya sé que no soy Din Martin. Pero tengo mi encanto, incluso tan peludito como soy, y también mi estilo, aunque sea muy particular. Pero, sobre todo, mi corazoncito. Que sufre mucho en mi exilio gijonés. Vean un ejemplo.
Andaba uno con mucho cuidado por El Cerillero junto con Tila. No suelo salir solo por estas tierras hostiles. O me protege Costilla o me defiende Tila. Ayer era con Tila. Íbamos a Las Nieves a comprar pan.  La panadería de Las Nieves es tan buena que podría estar en Avilés, con ese pan esponjoso, donde la levadura fermentó la masa en el horno... ¡¡Hum, hum, qué rico!!
Caminábamos los dos felices. Yo mi barra de pan y Tila oliendo meadas y moviendo el rabo. Cuando me topo con una vieja que se me queda mirando mi gorro fashion que había comprado en los megachinis de Cuatro Caminos. Sí, porque uno es de barrio y no le teme a nada. Así que compro en los chinis y tan feliz. El caso es que la vieja se me queda mirando y exclama:

¡¡Pero que gorro más feo!!

Así, de buenas a primeras. Habida cuenta que la vieja caminaba en dirección contrario, tiré de la correa y salí corriendo hacia mi refugio. Empiezan cuestionando la gorra y a saber dónde terminan.
Y, claro, lo peor es que no le dije a la vieja lo que yo pensaba de su cara o de las manchas de su chal.


Photo: http://cafeexpress.files.wordpress.com/2007/09/dean_martin_1.jpg

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