Si algún lector sigue con frecuencia el Archipiélago, ya sabe que Barack Obama no me gusta nada, nada de nada. Reconozco que sus discursos son brillantes, excepcionales; también bastante huecos. Usó las nuevas tecnologías, pero no tuvo el mérito de ser pionero, lo que le corresponde a Howard Dean. En cambio, Obama es conocido por cambiar de opinión con bastante frecuencia. Calló de forma extraña en el reciente conflicto entre Israel y Palestina, varios de sus fichajes estrella han caído por corruptelas... Sigo sin fiarme. Me gusta más Joe Biden, aunque sea abortista es más sincero, su vicepresidente, el que aseguró que los demócratas tampoco olvidarían la afrenta de José Luis Rodríguez Zapatero a la bandera de Estados Unidos.
Barack Obama será, dentro de unos minutos, el nuevo presidente de Estados Unidos, del Imperio del que formamos parte. En sus manos estará el futuro de nuestra economía, nuestro futuro. Aunque nada espero de él, sólo tengo un ruego: Obama, decepcióname. Dame el gusto de poder escribir en unos meses, en unos años, que estaba equivocado, que eres el gran presidente que Estados Unidos, y el mundo, necesitan y buscan.
Barack Obama será, dentro de unos minutos, el nuevo presidente de Estados Unidos, del Imperio del que formamos parte. En sus manos estará el futuro de nuestra economía, nuestro futuro. Aunque nada espero de él, sólo tengo un ruego: Obama, decepcióname. Dame el gusto de poder escribir en unos meses, en unos años, que estaba equivocado, que eres el gran presidente que Estados Unidos, y el mundo, necesitan y buscan.