El clavel era una flor de origen persa, apenas conocida en España cuando, en 1526 Carlos V de Alemania se casó con Isabel de Portugal en Sevilla. En su apasionado viaje de novios, el Emperador los descubrió en Granada y ordenó plantarlos bajo el balcón de la reina, para que todas las mañanas la despertase su olor agradable.
Sí, son anécdotas como esta las que avalan mi tesis: el amor salva al mundo, concede dignidad a nuestros actos.