sábado, 10 de marzo de 2007

Ya queda menos

Tormenta, tormenta, día de primavera, día normal, tormenta, tormenta... Ya empieza la ruleta rusa del tiempo inestable. Lo que significa que se acercan las fiestas de El Bollo. Apenas quedan veinte días para la fiesta de la primavera. Cuando estudiaba en Pamplona y regresaba de mis vacaciones a la ciudad tan sólo tenía comité de bienvenida después de Semana Santa. Sabían que llegaban con el bollo mantecado de mi madre y allí estaban en la estación, esperando para acompañarme a casa y, entre mordisco y mordisco, decirme lo mucho que añoraban el mantecado de mi madre.
Ahora ya no viajo a Pamplona, pero sigo encargando el bollo y llevándolo por ahí, exporto bollos a mi familia política y presumo de Avilés. Me encanta ver los escaparates de las pastelerías. En cualquier momento del año y, más aún, en la pascua florida y hermosa, cuando los bollos se levantan como torres de fraternidad y dulzura. Qué empalagoso me está quedando esta bitácora de hoy. Pero es normal. Es una bitácora escarchada de nostalgia y buenos pensamientos.

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