domingo, 12 de junio de 2011

La delgada línea


La semana politica se cierra con numerosos ejemplos que nos muestran lo delgada que es la línea que separa una actitud de otro, la loa de la crítica, el aplauso del abucheo. La semana subraya el peaje que paga la sociedad al relativismo cultural. El mal y el bien, lo correcto y lo incorrecto desaparecer y su lugar lo ocupa por el todo vale, el sujeto elevado a la enésima potencia, la dictadura del número o, simplemente, el silencio ante el comportamiento de los muestros. Pero hágalo Juan o su portero hay actitudes y comportamientos que están mal hechos. O que no están mal hechos, pero sólo demuestran el carácter de la persona.
Por ejemplo, la dimisión de Luis Belarmino Moro tras perder las elecciones y no gobernar en Corvera. Demuestra el carácter antidemocrático de esa persona, que sólo entiende el servicio público mandando, desde la mayoría. Todo lo demás, está mal. No es el único. Santiago Martínez Argüelles asegura, después de no ser elegido alcalde en Gijón que la ciudad no se merecía eso. ¿Acaso unos votos valen más que otros? Por lo visto sí.
Al menos así piensan Los Indignados. Cada día que pasa, ese movimiento me gusta menos. Su actitud ayer responde a unos comportamientos propios del totalitarismo. Se han autoconvencido de que representan a la mayoría y se arrogan todo tipo de derechos, entre ellos cuestionar los órganos democráticos que apoyamos la mayoría. De ahí al fascimo, tienen un trayecto corto. Ellos sabrán cuando empezarán a caminarlo.

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