martes, 20 de noviembre de 2007

La misa de Franco

A estas horas, Ángel Garralda ya habrá terminado la misa que, anualmente, oficia por Francisco Franco. Habrá hecho bien. Siendo el Generalísimo un hombre tan católico, necesita muchas misas para salir del infierno al que le deben haber condenado sus manos manchadas con la sangre de inocentes. El maestro Trapiello suele recurrir a una cita del doctor Gregorio Marañón. El insigne galeno asegura que deben pasar al menos tres generaciones para poder hablar de una Guerra Civil con distancia. Con la distancia que me da haber nacido en 1971, no creo que esa enfrentamiento sea una de las páginas más brillantes de nuestra historia reciente. A lo contrario de lo que pasó en la Transición, todas las españas posibles se las arreglaron para no convivir y hacer lo posible para que el adversario fuera el enemigo y enredarse todos en una maraña de sangre y odio que aún hoy da miedo.
La historia pone a todo el mundo en su lugar y no creo que el Franco sea uno de los más dignos. Hay quien le atribuye la reconstrucción de España, grandes logros económicos. Pero después de haber destruido el país, más que un mérito, lo entiendo como una obligación. En su déficit, se encuentra el paseo amistoso con Hitler en Hendaya y su innegable filofascismo de los primeros años que derivó hacia un régimen autoritario, corrupto y mezquino. Don Juan de Borbón fue el único de los que se alzaron contra la República que proclamó la necesidad de una España para todos los españoles, europea y democrática. Una idea que le costó la Corona y numerosas humillaciones públicas de Franco y los franquistas. Felizmente para todos, su hijo asumió la bandera que Don Juan le indicó en el acto formal de cesión de los derechos monásticos, aunque esa es otra historia.
La misa anual de Garralda por Franco es la anécdota de un puñado de nostálgicos que vivieron los horrores del Frente Popular y que, posiblemente, añoran más su juventud que el tiempo político que vivieron. Las abstenciones del PP y ASIA en el Pleno a la propuesta de retirar el título de alcalde perpetuo de la ciudad a Franco es la categoría. Se trata de una consecuencia de la Ley de la Memoria Histórica en Avilés y sin más efectos legales. Esa ley es bastante tonta. Hay aspectos, como este de la alcaldía perpetua que quedan anulados por la actual Constitución y otros, como las ideas de los nostálgicos, que no se podrán cambiar. Algunas cosas, como los derechos a enterrar en tumbas a los muertos que aún yacen en las cunetas se podrían resolver de otra manera, pero tal vez la dignidad exige restituir la honorabilidad de esas personas con este método legal.
Con todo eso presente, la explicación de ASIA a su abstención en el Pleno: "Por respeto a la sensibilidad de sus votantes", "respetando a todas las ideologías", "defendemos la gestión, no la política". No, no se trata de política, se trata de defender la vigencia de la Constitución de 1978, la España de todos los españoles, la España donde cualquiera puede opinar libremente y desde el respeto... Una democracia que trata de mejorarse, como sucede en todos los países más avanzados.
El PP, por lo menos, tuvo la decencia de callar, aunque, minutos después de ese trámite, las preguntas de José Luis Garzón sobre la democracia en la que vivimos, hicieron pensar a más de uno que se abstuvieron porque carecían de valor para votar en contra.
En esas actitudes se encuentra la categoría.

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El pasquín que ilustra estas páginas se repartió el pasado lunes por la ciudad.


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