Os voy a confesar una cosa. Cuando publiqué La soledad de los fantasmas soñaba con un grandísimo éxito de ventas y crítica, habida cuenta de la extraordinaria calidad de mi escritura. El fracaso alcanzado me ha supuesto un palo muy duro a mi espíritu creativo hasta que ayer por la noche escuché que la ministra Bibiana Aído, alentada por el sindicato UGT, se propone desterrar los cuentos tradicionales de la educación por sexistas. Así que para sumarme a la causa del progreso y la igualdad he decidido reconducir mi espíritu creativo y escribir cuentos no sexistas.
El primer paso será Blancoviento y las seis personas de estatura por debajo de la media de los países de nuestro entorno (pedmepnen).Y dice:
Blancoviento era una jovena que estudiaba en un centro formativo de la Iglesia Católica. Cuando un malvado sacerdote trato de abusar de ella, la jovena apeló a la celebración de una convención de la Alianza de las Civilizaciones y escapó del pérfido cura dispuesto a saciar sus bajos instintos porque también era admirador de Mariano Rajoy.
Blancoviento caminó leyendo el manual de Educación para la Ciudadanía cuando se quedó dormida en el bosque. Al despertar, vio como seis pedmepnen caminaban hacia ella cantando canciones sobre la libertad. Iban en dos filas paralela. Encabezaba la izquierda un hombre y la derecha una mujer. Detrás del hombre caminaba una mujer, en la fila de la izquierda; y en la derecha detrás de la mujer un hombre. Detrás de este hombre caminaba una mujer pedmepnen y detrás de la mujer de la fila de la izquierda un hombre. Cada tres pasos se paraban y cambian sus posiciones de izquierda a derecha y de alante atrás al grito de "Zapatero, Zapatero, gracias por tus desvelos". De esa manera interiorizaban que nadie es superior y que todos eran iguales.
Los seis pedmepnen encontraron a Blancoviento que no estaba desvalido ni perdida [nota del autor, la nueva ortografía no sexista permite el uso de los diferentes géneros en la misma persona para no generar discriminación por razón de género o de génera]. Decidieron llevarla a su vivienda de protección pública en El Moralejo. Como eran seis y rompía la paridad convocaron un congreso internacional para reflexionar sobre cómo organizar un traslado paritario cuando las mujeres son más que los hombres.
La cumbre se celebró en el bosque y acudió la ministra Bibiana Aído que cantó flamenco y a los postres concluyeron que, una vez cobrada la subvención por el Congreso y liquidados los proveedoresy proveedoras lo importante no era cómo sino el qué. Y se convocó un segundo congreso para definir el femenino del qué y dilucidar sobre el contenido del cómo y la cóma.
Pero el malvado sacerdote se entero de todo eso gracias a los desvelos de ruines blogueros y blogueras y los medios de la comunicación de la derecha, que dedicieron enviar a una monja con una manzano envenenada.
Blancovientos caminaba con los seis pedmepnen cuando encontraron a una viejecita musulmana oranda. En realidad era la monja católica, que en su maldad se había disfrazado. Después de ayudarla, le ofreció una manzana de azul falangista. A Blancoviento le ofrecía mala pinta, pero la cruela insistió tanto que la mordió y cayó en un profundo sopor.
Los seis pedmepnen se entristecieron tanto que la arroparon y construyeron un lugar no confesional para que descanse.
Allí estuvo durante muchos años y añas. Un día, el ministro de Fomento, José Blanco, expropiaba por el bosque cuando descubrió a la jovena dormida. Era tan bella, que no dudó en entregarle el carné de luchadora por la libertad y la igualdad. Y entonces, Blancoviento despertó.
Despertó como Macaría Díaz, con el tiempo justo para lavarse los dientes y salir corriendo para el supermercado donde trabajaba por seiscientos euros al mes para meter algo de dinero en casa ya que su marido dejó de cobrar el paro hace cuatro meses. "Joder, otro día que me quedé dormida". O dormido.
Photo:http://2.bp.blogspot.com/_0_2sqa57j1s/RuHbCuMcwwI/AAAAAAAAAJA/QMa-nD3M2zY/s320/Blancanieves+sexy+2.jpg