jueves, 21 de junio de 2007

El chiste de la vaca

Salía del trabajo, todo cansado, con ganas de arribar en casa y soltar el lastre del día. Me lo encontré en la calle Cuba, esquina con José Manuel Pedregal. R. también iba de retirada, pero tenía que resolver antes algún recado. Hablamos.
-¿Conoces el chiste de la vaca?
-No, no lo conozco.
Antes le había reprochado que era un poco cagón, que prefería ganar 1-0 que 5-4 y que, por eso, era tan buen profesional del Derecho, que preparaba los asuntos con tan solidez que era muy difícil vencerle. Y su explicación era el chiste de la vaca.
-Uno le dice al otro, vamos corriendo y nos follamos aquella vaca que está en el monte. No, responde el otro, mejor despacios que le echamos dos polvos. Pues eso, mejor despacios.
Y uno, por no hacerle feo, que nunca se puede hacer a un abogado, se rió y puso esa cara de que me estoy enterando de todo cuando, en realidad, no comprendo nada. Porque, al margen de sus desviaciones zoofílicas, uno se pregunta que tiene que ver la velocidad con las témporas, subir una montaña con beber de la botella.
No sé, no alcanzo a entender el chiste de la vaca y aquí estoy desde ayer buscándole explicaciones.

Metabitácora (y 5)

Los que reflexionan con frecuencia sobre esto de las bitácoras, apuntan que uno de sus rasgos es la interactividad, el diálogo entre los que las escribimos y los lectores. Para aumentarlo e ir más allá de los debates, acabo de añadir una encuesta, que ya tiene un voto mío para ver que funciona. A nuestra panda de académicos de la lengua les debo matizar que la encuesta nace de una página en inglés, de ahí la imposibilidad de mantener los acentos y nuestra querida eñe.
Mientras, sigo pegándome con esta página para descubrir cómo poner los enlaces. Y también añadir un blanco entre el texto principal y los añadidos de la columna. No desfallezco y sé que, algún día, lo lograré.

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