De libros

Cuando sea joven, quiero ser como Pepe Colubi. De momento, me queda disfrutar con su presencia las pocas veces que se deja caer por el pueblo y con lo que nos va regalando. Como este California 83 que anda ya promocionando con su propia bitácora. Este jueves presenta el libro en la Librería Cervantes en Oviedo, a partir de las 19.30 horas con otra bellísima persona como Manuel García Rubio de maestro de ceremonias.
Otra cita interesante se anuncia para mañana miércoles, en Gijón. El Ateneo Jovellanos presenta en su sede de la calle Francisco Tomás y Valiente, número 1, también a las 19.30 horas, el nuevo libro de Carmen Gómez Ojea: El último verano en Charentón. Además de la autora, intervendrán Antonio Merayo y la catedrática de Literatura María Elvira Muñiz.
Y ahora que termino de escribir estas notas lamentando tener la agenda ocupada, uno cae en la cuenta que en la Atenas de Asturias las presentaciones suelen ser entre media hora y tres cuarto de hora más tarde. ¿Diferencia horaria con la Esparta del Norte y la Babilonia del Cantábrico o simple casualidad? Otro misterio para Tercer Milenio.

Los nuevos monárquicos

Debatía con unos colegas sobre monarquía y república. La distribución del foro era bastante desigual. Todos se proclamaban republicanos, menos yo, que era posibilista. Es decir, me resulta indiferente tanto la monarquía como la república, pero es cierto que España vive, bajo la monarquía constitucional, un desarrollo y estabilidad que nunca ha tenido. Luego, si nos va bien así, ¿para qué cambiarlo?
Mis colegas republicanos bramaban contra ese argumento y, desde su atalaya de la izquierda, lanzaron un argumento poco menos que irrebatible. En la república, todos los ciudadanos son ciudadanos, es decir iguales ante la ley. Y en la monarquía, aunque la Constitución, consagre esa igualdad siempre se será súbdito de un rey. Es decir, existe un germen para la desigualdad, los privilegios.
Y ahora uno comprende el renacimiento de los monárquicos en Avilés y no se extraña de quien logre entradas para el Palacio Valdés sin guardar cola o viajes sin que el resto de la población pueda aspirar, aunque sea por un concurso sms, a ellos.