jueves, 11 de junio de 2009

Otra zerolada

La semana pasada, Cayetana Guillén Cuervo y su compañero Omar Ayyashi realizaron el acto de presentación en sociedad de su hijo. Hay quien lo llama bautizo civil, pero como toda vez que bautizar es el acto de administrar un sacramento y un sacramento no puede ser civil, pues queda algo así como muy idiota, un contrasentido. La Academia fija otras acepciones y aunque es de suponer que en la fiesta posterior hubo vino, no creo que se adulterase con agua. Por eso prefiero el concepto presentación en sociedad, que, además, fue el que se utilizó en Avilés en un par de ceremonias de este tipo.
Antes de seguir quiero dejar claro que no tengo nada contra este tipo de actos. Me parece muy bien que las personas sin Fe se las arreglen para organizar celebraciones paralelas a las que celebran los creyentes y se refugien en la maquinaria del Estado para organizar la fiesta. Es más, mejor eso que ir a la Iglesia o a la mezquita sin Fe.
Yo quería escribir sobre Zerolo que, a la salida de la ceremonia que él presidió, según leí en los medios de comunicación, reclamó un registro para que la presentación quedase en algo más que simbólico. ¿Cómo se puede ser tan ignorante? ¿No existe un registro civil para inscribir a los recién nacidos? ¿Acaso no tenemos un padrón municipal donde inscribir a los recién incorporados? ¿Qué quiere este tipo? ¿Clasificar a la gente: creyentes, no creyentes e indecisos? A este paso, está claro que la cabeza de Zerolo sólo sirve para cultivar pelo para transplantes. ¿Por qué no estará callado en vez de dar esas lecciones de ignorancia?

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