martes, 3 de mayo de 2011

Las dudas de Occidente

La muerte de Osama Bin Laden no ha terminado con el radicalismo islámico, sólo ha enterrado un símbolo y creado un mito. Más importante me parece la documentación que los comandos han recogido en su mansión y cómo Pakistán ha visto que no se puede jugar con unos y con otros.
Los Estados Unidos han necesitado casi diez años para localizar al ideólogo del 11-S y que también brindó con té por las muertes españolas del 11-M. En esa búsqueda, sabemos que Guantánamo jugó un papel importante para conseguir la información necesaria.
 Bin Laden tenía un sueño muy claro: destruir Occidente, terminar con nuestra forma de vida, aniquilar una civilización que ofrece las mejores condiciones de vida y desarrollo para sus habitantes en toda la historia de la humanidad. 
Nos alegramos por su muerte, por su fin. Pero qué hacemos con Guantánamo, con los vuelos secretos de la CIA, con las operaciones de comando. 
Nos enfrentamos a la gran duda de nuestra civilización: nuestros enemigos se aprovechan de las libertades de nuestro sistema para aniquilarnos, ¿los combatimos con unas reglas del juego que ellos no creen o los vencemos con sus propias armas? Entre matar y sobrevivir, yo me pongo del lado de los Seals y su lucha por nuestra libertad. 
Más de uno debería comenzar a pedir disculpas a los americanos.

Abidal

Pocas enfermedades existen como el cáncer. En todas las familias españolas existe,como mínimo, un enfermo de cáncer. Y, a diferencia de otras patologías, en ocasiones no responde a estímulos externos, no podemos culpar a ningún virus o bacteria, sino que, sin conocer las causas, una parte de nuestro cuerpo se vuelve loca y sus células comienzan a reproducirse de forma incontrolada. 
Todos somos enfermos cancerosos. Bien por impacto directo o por sufrirlo en los familiares más queridos. La investigación médica avanza y cada vez se derriban mitos sobre tumores incurables, pero siempre habrá alguna batalla que se pierda, un dolor esperando, la tumba al acecho.
Y, entre las múltiples razones para la esperanza, se encuentra la de hombres como Abidal. Que apenas un mes y medio después de su operación tumoral entre en una convocatoria y, posiblemente, salga al terreno de juego, será un aliento de esperanza para muchas familias, para pacientes que hoy, retorcidos por la quimioterapia, vean en el jugador su futuro, la ilusión de un partido que esperan ganar.
Es el nombre del día, es el nombre de la esperanza.

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