sábado, 23 de febrero de 2008

Un falso derecho: el aborto

Recibo la convocatoria para acudir a Gijón a participar en una manifestación en defensa del derecho de las mujeres a abortar. No iré, porque no puedo manifestarme a favor de un derecho que no es tal. No puede ser un derecho un acto que supone la muerte de un niño. En todo caso, sí una opción personal que adopta una persona por diferentes razones, que pueden ir desde la eugenesia al egoísmo. Un abanico muy amplio.
Si algo falta en esta campaña electoral es la necesaria serenidad para debatir sobre los grandes temas que tenemos en España. Entre ellos, el aborto, porque la actual legislación necesita una reforma. Es evidente. Es una norma que no contenta a nadie y obliga que la mayoría de las mujeres que aborten al coladero de los daños para la salud, generalmente psíquica. Con lo que algunos médicos se entregan a la prevaricación y vivimos la crueldad de un sistema sanitario donde, en una planta, salen adelante partos prematuras que, en la otra, matan sin remedio.
Reconozco que un es tema complejo pero, en la actual situación, con ese cuarto supuesto que deja las puertas al aborto libre, lo más adecuado es ir a una ley de plazos. ¿Cuales? No tengo ni idea, pero sí hay prematuras de 25 semanas que salen adelante, el límite debería ser menor, ir hacia el tiempo en el que el feto aún no ha comenzado a desarrollar sus redes neuronales. Y, así, ya que asesinamos, que, al menos, una de las víctimas no sufra. El resto, nosotros, la sociedad, ya tendremos bastante con cargar con nuestras penas.
Y, de forma paralela, generar recursos sociales para las familias con optan por tener hijos con discapacidades y fomentar una educación sexual que evite que el aborto sea una herramienta anticonceptiva más, con sus consecuencias perniciosas para la salud de la persona.

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