jueves, 26 de marzo de 2020

DUC (y XII). Y entonces llegó ella.

Photo by The New York Public Library on Unsplash


Y, de repente llegó ella. Cuando casi nos habíamos olvidado de que existía, cuando nadie la esperaba una alarma en el móvil nos recuerda nuestra cita anual con la Agencia Estatal de Administración Tributaria. No hay que pagar impuestos, ya que los abonamos a diario en las compras (IVA) y en los ingresos laborales (IRPF,), por citar un par ejemplos.
La notificación de Hacienda es como el alcoholo de noventa grados en las heridas. Resquema pero es necesario.
Y este año es más que nunca porque con lo que hemos pagado están funcionando los hospitales, se paga a las ambulancia, los sueldos del personal sanitario, de la policía... Sí, no faltará el agorero de turno que nos recordará que también va en la factura el sueldo de los políticos que fueron incapaces de reaccionar a tiempo...
Pero, miren, en China, también tuvieron confinamiento y tienen políticos, pero no tienen libertades como nosotros. Es un mal menor. Yo me quedo con que mis impuestos aseguran todos estos servicios públicos que siempre hemos sabido esenciales y, ahora, lo comprobamos, una vez más.
Bienvenida, Hacienda. 

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