José Luis Rodríguez Zapatero, después de aprender economía en un par de tardes, nos anunció que la fiesta iba a durar mucho tiempo, que había dinero para todos y todas en la caja, repartió 400 euros que recibimos con solaz y alegría y negó que hubiese crisis económica, ni se la espera.
Pero la fiesta terminó, de manera rápida y brusca, sin aguardar a las doce campanas. No hizo falta que sonase el carrillón de la medianoche. A ritmo de danza griega, los españoles comprobamos que era cierto eso de la crisis, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y, ahora, nos toca ajustarnos el cinturón, regresar a las cuentas de la vieja para salvar nuestro país, el Estado, el artefacto que necesitamos la mayoría para vivir con cierta dignidad porque, lo contrario, nos conduce a Somalia, a situaciones de desprotección social. La entrevista de José Blanco en El País aporta hoy muchas luces. El actual escenario va a durar muchos años (no es el primero que lo dice) y van a subir los impuestos a todo el mundo, especialmente las clases medidas (los que más cogidos están). Y, por supuesto, la culpa de todo esto es del Partido Popular. No quedan dudas. Se acabó el pastel. El problema es que ahora tienen que entererse los 17 obradores autonómicos y las miles de pastelerías locales que funcionan a pleno gas, sin darse por enterados de que la crisis va con ellos.
Nos vienen tiempos de sudor y lágrimas, esfuerzos y privaciones.