jueves, 22 de mayo de 2008

La estrella estrellada

Apareció en el gobierno asturiano con la vitola de ser la gran estrella, el Zidane que necesitaba ese único delantero que es Vicente Álvarez Areces. Pasado un año, José Ramón Quirós no pasa de ser un pavón de los que no juegan (como diría Álvaro Álvarez) y que pide a gritos la cesión a la liga cubana. Su principal mérito es haber unido a todos los médicos y los estamentos su contra, lo cual, en un sector tan complejo la sanidad, demuestra a gran capacidad para la incompetencia.
El problema de Quirós no es que tenga malas intenciones. Es que carece del más mínimo instinto político. Eso se demuestra por la laminación absoluta que hizo del anterior equipo de la consejería, donde no respetó ni una de las ideas ni acuerdos. Y continua demostrándolo en la manifiesta incapacidad a la hora de negociar con los sindicatos médicos y los subraya con los anuncios y modificaciones de planes como la centralización de la atención de Urgencias en Avilés y que demuestran, a la par, insensibilidad social y política.
Es cierto que la sanidad, y no sólo la asturiana, necesita una reforma y muy profunda. Por eso mismo, y por ser un servicio esencial del Estado, esa reforma sólo puede nacer de un gran pacto social. En primer lugar, los ciudadanos deben decir que asistencia sanitaria queden y los políticos deben encontrar la fórmula. Accesibilidad, universidad, fiabilidad, confort son las demandas de todos. A partir de ahí, el sistema debe ser capaz de responderlas de forma ordenada y no sólo como hace ahora, donde sólo se mantiene en pie gracias al esfuerzo y la profesionalidad de todo el personal sanitario.
Sentarse en el despacho y anunciar grandes medidas, olvidándose de hablar antes con los profesionales tan sólo conduce al fracaso en el que se encuentra Quirós. Antes de que la cosa sea más grave, debería cesarlo del gobierno regional y poner a una persona con un mínimo de talento antes de que el cuadro clínico sea más grave.

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