Posiblemente esta sea la última entrada que escriba sobre el conflicto de la limpieza, porque estoy comenzando a pensar que soy gafe. El asunto vuelve a desmadrarse y uno piensa en el peor de los escenarios posibles. El comité había entrado hace unos meses en una dinámica asamblearia, donde parece encontrarse muy bien y lejos de tranquilizar los ánimos se dedica a calentar el ambiente. En la asamblea, una trabajadora pedía explicaciones pues no entendía los planteamientos de huelga si, al final del convenio, la subida de la empresa rondaba los 191 euros mensuales y la del comité los 210. O sea, que por poco menos de 20 euros de diferencia van a una huelga indefinida.
El comité de empresa piensa que la subida de la inflación es un derecho natural y, a partir de ahí, reclaman y reclaman. Es un argumento falso ya que, de ser cierto, con una simple reclamación judicial, lograrían ese incremento salarial que no tienen desde 2005. La convocatoria de la huelga indefinida, que se ratificará el próximo jueves, no hace sino empeorar las cosas. Ninguna empresa puede sentarse a negociar en esas condiciones. Sería su fin. Estaría diciendo a los sindicatos: poner huelgas indefinidas sobre la mesa y cederé en todo. Así nos vamos acercando a una huelga que se avecina dura y larga.
¿Qué sucederá si, al final del conflicto, un laudo judicial impone una subida del IPC durante cuatro años? El fracaso que se avecinaba se confirma.
Sólo espero estar equivocado y que un poco de sentido común se imponga en este desmadre.