martes, 6 de marzo de 2007

La soledad de los fantasmas


En el verano de 1992, un joven estudiante de periodismo comienza a escribir un cuento que, conforme va creciendo termina convirtiéndose en una novela corta. El parto no es sencillo. Las horas en la redacción, el tiempo que requieren los estudios, las ganas de vivir van restando horas al sudor necesario ante la hoja en blanco, con la estilográfica y la ocasional compañía de la música y algo para beber. Después de unas cuantas horas de trabajo, en 1997 da por cerrado la obra y trata de moverla por premios nacionales sin éxito alguno.

A estas alturas, supongo, caro lector, que ya sabrás que ese joven soy yo, que sigo siendo joven. Desilusionado por el fracaso, decidí guardar la novela en el cajón, escribir de tarde en tarde y seguir viviendo.

Gracias al impulso de mi nena, un besazo para ella, retomé el texto y lo envíe a una editorial que ultima los preparativos para editarlo, como es algo que ya he contado. Su título es La soledad de los fantasmas y esperamos que en abril llegue a las librerías.

Su historia es sencilla. El protagonista atraviesa una profunda crisis personal y se refugia en una casa familiar para reflexionar sobre la vida. Sin embargo, un grupo de chicos, una pandilla un tanto misteriosa, le convencerá para que les cuente una serie de cuentos. Nuestro protagonista se lanza a una labor que le acercara a la vida. Para ello contará con la ayuda del espíritu de su abuelo que será un colaborador indispensable cuando se produzca una plaga de dragones en el jardín de su casa.

Y hasta aquí os puedo contar. Espero que, cuando sea el momento, os guste el resto del libro.

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