miércoles, 10 de junio de 2009

El barro y la política

Entre las bitácoras que sigo se encuentra Nubes Negras, el cuaderno de Ana Concejo, dirigente socialista, concejala en el Ayuntamiento de Avilés y que, Álvaro mediante, algún día será candidata a la alcaldía de Avilés. En una de sus últimas entradas reflexiona sobre las elecciones europeas y la derrota socialista.
Su reflexión es un ejercicio muy interesante porque demuestra lo lejos que pueden estar los puntos de vista de un político profesional (sin un sentido negativo) y los ciudadanos a los que nos gusta la política. Me pongo yo en primer lugar por eso del burro delante para que los demás no se espanten, pero es un a visión que en las últimas horas en compartido con otras personas y todas coincidimos.
Ana habla de la derrota de las ideas y yo creo que ahí se encuentra el primer error. No son las ideas, son las personas. Desde la caída del Muro de Berlín, la contaminación de las diferentes ideologías políticas se ha acentuado. Los límites se han difuminado y hoy en día un conservador puede defender planteamientos socialdemócratas sin ruborizarse y con la máxima naturalidad. El problema no son las ideas, son los políticos. Así, al menos, me explico porque con las mismas ideas e idénticos contextos el PP no vence en Avilés y el PSOE sí. La diferencia es que el PSOE en Avilés ha apostado por lanzar sus ideas, propuestas más o menos acertadas. Y el PP se lanzó al insulto y al barrro, al desprestigio.
En España, pasó lo contrario. Con los agravantes que los socialistas siguen sin explicarnos como es posible que hace un año prometiesen pleno empleo; abren el melón del aborto que no compartimos la mayoría de los españoles, atizan la fobia hacia la Iglesia católica, que por su carácter mayoritario también será la de militantes socialistas y hacen campaña contra Aznar y las Azores. ¿Será por eso su derrota en Madrid y en Valencia?
Es más cómodo refugiarse en el debate de las ideas que reclamar responsabilidades a un presidente que, en su adanismo ignorante, conduce a su partido hacia la derrota final, eso sí, en medio del barro. Hace ya tiempo que renunció a la política.

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