miércoles, 1 de mayo de 2013

Casa olvidada




El progreso carece de sentimientos. Sólo se preocupa de avanzar. No tiene otra lógica. El asfalto ha crecido como una muralla insensible, arrinconando a la vieja zapatería. 
Resiste el viejo edificio, negándose a perder sus sentimientos, el recuerdo del pasado. El futuro también puede ser como nosotros digamos.

La otra crónica del Primero de Mayo

Era media mañana cuando la gente comenzó a llegar a la esquina convenida. Algunos portaban banderas, otros pancartas. ¡¡Cómo te la has trabajado!! ¡¡Qué original!! No faltaba quien no se veía desde hacía tiempo y, entonces, aprovechaban para saludarse, preguntarse por la familia y enseñar las últimas fotos de los nietos.



Después de guardar un tiempo prudencial y comprobar que no vendría nadie más. Los concentrados decidieron comenzar a caminar. Empezaba la manifestación. "¿Y no tenemos que gritar nada?" preguntaban los del Metal, más duchos en eso de las movilizaciones. Consignas, consignas, hay que repartir consignas.
Los Químicos fueron más allá y optaron por el fuego.



¿Pero esto no era para el final? No, hombre, que está aquí la prensa. Venga, que debemos celebrar el Primero de mayo.
No sé, no sé... Esto se nos va a ir de las manos. Se escuchaban estos comentarios entre los de la Banca, siempre tan conservadores. Ya se sabe: el capital es cobarde por naturaleza. 



No sé, tal vez no estamos pasando celebrando el Primero de Mayo de esta manera. La patronal siempre ha tenido otra estética. Se podía escuchar en la retaguardia de la manifestación mientras ardían los restos de la barricada.

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