Es lo que tienen los días de lluvia. De repente, una persona pregunta: ¿cómo es que nunca has jugado al scrable? Y, sin quererlo, te pones delante de un tablero dispuesto a cruzar letras y puntuar palabras, a trazar estrategias que te permita llegar antes a la triple puntuación de la letra, a buscar competiciones por Internet... Y, cuando te das cuenta, añades un nuevo vicio a los ya existentes: el scrable.
Como se suele decir, éramos pocos y parió la abuela.