martes, 1 de enero de 2008

Iñarrea de La Mancha

Don Alonso Quijano chifló de leer libros de caballería. Y supongo que José Alfredo Iñarrea Albuerne, uno de los concejales de Urbanismo más brillantes de la historia de la democracia, sino el que más, y un tipo honesto y honrado en la gestión de lo público, le debe pasar algo parecido a base de estudiar tratados de urbanismo y modificar los desaguisados del señor Leyra.
Viene todo esto por un recorte de prensa que guardo desde antes de la mudanza y que ahora me dispongo a entregar a Cogersa. Antes de tan noble operación leo con estupor:
"Lamentamos que hayan acudido a los medios
de comunicación para exponer su punto de vista de forma parcial. Eso sí, están
en su derecho y lo respetamos".
Se refiere el señor concejal a un grupo de vecinos de La Magdalena a quienes van a expropiar en el desarrollo de una operación urbanística. A uno nunca le han quitado la casa y la finca en la que crecieron sus abuelos, sus padres y él mismo jugó de niño. Debe ser complicado ponerse en esa situación y tratar de decidir el precio de unos metros cuadrados enraizados con sentimientos y la posibilidad de lograr unos ingresos millonarios. No es un trámite por el que me gustaría pasar, aunque reconozco que la expropiación es el sistema que ofrece más garantías y transparencias a los ciudadanos.
Tampoco quiero escribir sobre la operación de La Magdalena. Es un tema complejo, pues no sólo se trata de construir por construir. También se habla de cómo queremos que crezca la ciudad y la posibilidad de actuaciones futuras, de próximos cambios, de cirugía urbanística en los llamados barrios siderúrgicos y que, dentro de unos años, tal vez deban ser objeto de la piqueta. A mí, lo que me sorprende es el tic autoritario de un tipo al que considero, ya lo he escrito, brillante.
La democracia es un kit que se asume en su integridad o no se asume. No caben tibiezas. O se es demócrata o no se es. ¿Cómo que le molestan sus opiniones? Pues se aguanta, como nos aguantamos otros cuando somos minoría y tratamos de convencer a la mayoría con la fuerza de la razón. No cabe cuestionar la libertad de expresión. Leo esa expresión y me entran sudores fríos. Me imagino a un concejal de camisa azul leyendo sólo lo que le guste, artículos laudatorios. Y no, ¡¡qué menos que salir y expresar su descontento!! Y no cabe decir que lo respeta. ¡¡Faltaría más!! De lo contrario, ¿qué hará: aplicar la ley de magos y maleantes?
Como Don Quijote confundió molinos con gigantes, Iñarrea ha confundido críticas con algún monstruo. Espero que el descanso navideño le haya permitido recuperar una cordura que tantos beneficios ha dado, y dará, a la ciudad.

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