Troll deliberando sobre su edad, Theodor Kittelsen, 1911 |
Desde hace tiempo, Archipiélago tiene su troll. Disponer de un troll propio no es sencillo y disponer de él prestigia cualquier bitácora que se precie.
Nunca se sabe muy bien cómo aparecen. Son seres solitarios, acomplejados, que se alojan en la vida de otras personas por causas que se desconocen. Impotencia sexual, frustración ante una vida aburrida, su fealdad física, envidia...
Convivir con un troll es sencillo. Conviene ponerles el bozal para que no muerdan a la gente. Y, en este caso, es la moderación de los comentarios. También hay que alimentarlos, para que se sientan apreciados y sigan enriqueciendo el Archipiélago. Porque el troll, además de prestigio, produce visitas que, en un espacio minoritario como éste, es algo muy apreciado.
También este apunte busca cuidarlo, que se sepa querido y estimado, aunque genere la rabia que lo alimenta. El troll necesita saber que nos preocupamos por él. Y es tanta nuestra preocupación que iniciaremos una encuesta para dotarle de un nombre propio y que deje de ser el troll de Archipiélago.
Photo: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/a/a5/Trollet_som_grunner_p%C3%A5_hvor_gammelt_det_er.jpg