jueves, 6 de septiembre de 2007

Fosteritos en Avilés

Este mes de septiembre, igual se conocen los planes de Fundación Metropoli para ordenar la entrada a Avilés. Entre ellos, aparecerá el diseño de la nueva estación y su traslado. También se sabrá si se encarga a Norman Foster.
La idea, en principio, cuenta con argumentos a su favor. Se trata de un arquitecto de prestigio y que apartará su marca de calidad a un territorio que se quiere revalorizar. Sin embargo, se olvidan otras razones, como el alto coste de la contratación y la posibilidad, más que real, de que el arquitecto se limite a firmar un proyecto con su estilo. Por las dimensiones de la obra, todo indica que será un encargo menor para un estudio de esas dimensiones.
A mí me gustaría que se convocase una serie de concursos internacionales para definir las arquitecturas que se deben emplazar en la nueva centralidad, desde la Escuela Superior de Arte a la estación. Estas contrataciones a dedo de grandes estrellas suenan a nuevo ritmo que tira de talón ajeno para parecer más culto. El trabajo más complejo, el urbanismo, ya lo ha hecho un estudio de prestigio. Si la firma de Óscar Niemeyer es un motor de calidad, el prestigio de la Fundación Metrópoli debe ser un acicate para que arquitectos de todo el mundo concurran. Después de todo, el arte es más de las obras que de los autores. Y si tenemos un par de edificios espléndidos, ¿qué más da que sean de Foster o de Fernández? Además de abrir el abanico y dar la oportunidad a los nuevos arquitectos, o a profesionales de solvencia ajenos al star system, un concurso internacional de estas características genera fuerzas informativas que, por sí, ya lo hacen interesante.

Correspondencias (y 8)

Sin soledad no se escribiría nada. Sin diálogo no habría nada que escribir.
(Peter Burke, Las líneas secretas de la escritura)

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