Llevábamos tiempo sin escribir necrológicas en estas islas. Ahora llegan, por desgracia, por partida doble. Manuel Alexandre, ese acto de voz singular, un rostro amable con el que tantos nos reímos, con el que tanto lloramos.
Y, más dolorosa por cercanía y por su juventud, la de Fernando Largo. Hace unas semanas colgaba un video con música de Beleño, el grupo que ayudó a construir y que ya es una referencia en la música folk en Asturias. En twitterland lo lancé como mi homenaje póstumo. También lo era su programa Arpas, gaitas y zanfonas que, en mi adolescencia, escuchaba en Radio Asturias, los jueves por la noche, creo recordar. Un programa que nos permitía descubrir una música diferente. La misma que solíamos escuchar en su bar de Oviedo, el Ca'dorna.
Allí pasé bastantes y buenos ratos. Hablábamos y bebíamos y, desde la mesa, comentábamos: "mira, ese es Fernando Largo". Era un mito. Pero, sobre todo, era un tipo normal. Alguna vez conversamos con él sobre whisky. Tenía una buena colección en el bar. Y no dudaba en compartir sus conocimientos con la gente. Mi impresión era que se trataba de una persona sencilla, una buena persona. Recuerdo un día con Barbitúrica, ella comentaba que prefería el whisky con hielo, con refrescos. No era lo más ortodoxo pero Largo no se inmutó: "no soy un talibán".
Descansen en paz.