El proceso de cambio de gestión del agua en el Ayuntamiento de Avilés nos aporta algunas lecciones.
La primera es lo peligroso que resulta la esquizofrenia política y que, además, es contagiosa. El cambio de gestión lo propone el gobierno, aunque uno de los dos partidos que apoya al gobierno pactó antes de formar el gobierno que no respaldará esa medida más allá de su propuesta. Son las famosas discrepancias pactadas que acordaron PSOE e IU. Y está muy bien que busquen una fórmula para nadar y guardar la ropa, pero que no nos hagan comulgar con ruedas de molino a los demás. El cambio lo propone el gobierno, no el PSOE. Y es el gobierno el que contrató los diferentes estudios y tomó decisiones, algunas con el apoyo tácito de IU. ¿Acaso no aprobaron sus concejales el presupuesto que financió los estudios necesarios? Es el gobierno el que decide, aunque una de sus partes prefiera mirar hacia otro lado.
El problema de esa esquizofrenia no es la tortícolis que produzca el giro del cuello para mirar hacia otro lado. Es que la izquierda más radical desperdicia una oportunidad para poner al día su agenda e ideario político. Es la segunda lección. En todo este tiempo hemos escuchado a José Fernando Díaz Rañón hablar de la defensa de lo público, pero ¿qué es lo público? ¿Hacer pagar a los avilesinos más impuestos para ofrecer unas condiciones laborales que el mercado no ofrece? ¿Continuar con el deterioro de la red como el que se ha producido hasta ahora? ¿Endeudar al Ayuntamiento para crear una empresa pública?
Ese debate de las grandes palabras huecas ofrece un olor rancio que, no me extraña, aleja a la gente y a los votantes, interesados más en cuestiones prácticas: cómo me aseguran el suministro a un buen precio. Y, en ese debate, no se han atrevido a entrar desperdiciando una oportunidad para acercarse al mundo real.
La primera es lo peligroso que resulta la esquizofrenia política y que, además, es contagiosa. El cambio de gestión lo propone el gobierno, aunque uno de los dos partidos que apoya al gobierno pactó antes de formar el gobierno que no respaldará esa medida más allá de su propuesta. Son las famosas discrepancias pactadas que acordaron PSOE e IU. Y está muy bien que busquen una fórmula para nadar y guardar la ropa, pero que no nos hagan comulgar con ruedas de molino a los demás. El cambio lo propone el gobierno, no el PSOE. Y es el gobierno el que contrató los diferentes estudios y tomó decisiones, algunas con el apoyo tácito de IU. ¿Acaso no aprobaron sus concejales el presupuesto que financió los estudios necesarios? Es el gobierno el que decide, aunque una de sus partes prefiera mirar hacia otro lado.
El problema de esa esquizofrenia no es la tortícolis que produzca el giro del cuello para mirar hacia otro lado. Es que la izquierda más radical desperdicia una oportunidad para poner al día su agenda e ideario político. Es la segunda lección. En todo este tiempo hemos escuchado a José Fernando Díaz Rañón hablar de la defensa de lo público, pero ¿qué es lo público? ¿Hacer pagar a los avilesinos más impuestos para ofrecer unas condiciones laborales que el mercado no ofrece? ¿Continuar con el deterioro de la red como el que se ha producido hasta ahora? ¿Endeudar al Ayuntamiento para crear una empresa pública?
Ese debate de las grandes palabras huecas ofrece un olor rancio que, no me extraña, aleja a la gente y a los votantes, interesados más en cuestiones prácticas: cómo me aseguran el suministro a un buen precio. Y, en ese debate, no se han atrevido a entrar desperdiciando una oportunidad para acercarse al mundo real.