sábado, 23 de abril de 2011

Propiedad gitana


Edificio abandonado en la calle Solar, 
en Gijón, Asturias


En cualquier rastro que se precie encontramos los chamarileros con su catálogo de azulejos viejos, relojes estropeados, fotografías antiguos y cientos de cachibaches que alimentan las pasiones de los coleccionistas compulsivos. Un rastro sin esos puestos se reduce a un simple mercadillo.
¿De donde salen esas objetos? ¿Donde se encuentran la materia prima de tantos sueños? Herencias mal repartidas, trastos que se tiran y también casas abandonadas, como la que ilustra este apunte, en Gijón.
Uno, al caminar al lado de ello, pensaba que era otra de las víctimas del crecimiento urbano, de las nuevas urbanizaciones, que esperaba la piqueta con paciencia. Pero no. Aún tenía una vida latente y un propietario que defendía su parcela.


"No entrar, es gitano". No hace falta conectar a una central de alarmas o avisar de los peligros de los perros. Es gitano, el derecho de la propiedad para un colectivo de origen nómada y, como se sabe, el nomadismo es algo difícilmente compatible con la propiedad. Ni el número trece, mal fario, mal fario, ha impedido que asuman la propiedad, el derecho a entrar como termitas y reciclar toda lo posible.


Ya han caído las ventanas. Me sorprende que resista el tendal, pues en un rastro seguro que da mucho juego. En un par de semanas se ha recuperado todo lo recuperable, al menos con tecnología manual. Discretos, silenciosos, defendiendo su parcela han convertido una casa que esperaba el derribo en toda una ruina. Áridos y tejas se reservan para Cogersa.

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