viernes, 8 de mayo de 2020

DUC (y LIII) Lo que no saben los expertos



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Siora Photography on Unsplash



Entre el catálogo de imágenes que nos dejará la pandemia quedará, sin duda, el rostro de Fernando Simón. Ha sido el icono de los expertos, el reflejo de las personas que debían asesorar al gobierno durante estos momentos tan complejos. Es, también, la imagen de su fracaso. Para su desgracia. Sí, han leído bien lo que he escrito. Porque ven la biografía de Fernando Simón pre-covid 19 evidencia que se trata de un gran profesional. Y una persona comprometida con su tiempo como lo demuestra su voluntariado con Médicos sin Fronteras en Burundi.
Sería interesante descubrir en qué momento de su recorrido vital se quebraron dos principios básicos, uno de carácter más técnico y otro humano. 
El primero es el momento en el que dejó de confiar en otros expertos, en técnicos de comunicación, en periodistas. Lo que he visto de sus ruedas de prensa evidencia que no las llevaba muy bien preparados. Gestos desafortunados (como la costumbre de jugar con las uñas) y palabras que no eran las más acertadas. No me extrañaría que en ese comité de emergencias no hubiese nadie de comunicación. Ni que tampoco nadie se preocupase de dotarlo en estos momentos. Para nuestra desgracia, en nuestro país la comunicación política e institucional se limita a un juego de palmeros o habilidosos jugadores del silencio en la mayoría de los casos. Las excepciones existen para justificar la regla.
El segundo, y más grave porque hablamos de un virtud, se trata de su ausencia de humildad. No es que sea soberbio, es que carece de humildad y eso ha terminado minando su credibilidad. Le ha faltado humildad en explicar desde el principio que estábamos ante una nueva realidad de la que, por esa condición, desconocíamos muchos elementos. Incluso para divulgar un principio tan básico de la ciencia como que no existen verdades inmutables y que el conocimiento puede cambiar en función de los datos de la realidad. Puede resultar cansado esa pedagogía de lo obvio para gente tan sabia y tan lista como él (entienden la ironía, ¿no?), pero muchos asumirían los cambios en diferentes consejos como el baile de las mascarillas.
Y le ha faltado humildad para reconocer sus fallos y errores, para disculparse. Y tiene, desde luego, unas cuantas frases en la hemeroteca que justificarían esas disculpas. Pero el tiempo para esos gestos ya ha pasado.


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