viernes, 27 de marzo de 2020

DUC (y XIII). Sacar la basura.

Photo by Konstantinos Papadopoulos on Unsplash

Cuando era niño, lo de sacar la basura era una cosa de mayores. Reemplazar a tu padre en el sencillo gesto de coger la bolsa de residuos y dejarla en la calle era un paso en la evolución natural. 
Pero por rutinaria y tediosa se convirtió en algo pesado. "Otra vez la basura".
Cuando tenía perro (en estos días añoró a Tila y a Satie) aprovechabas el paseo nocturno para tirar la bolsa de desperdicios. Pura rutina, sin más. Un gesto mecánico con el único interés de no equivocarte de contenedor y no dejar el plástico en el vidrio, el papel en la orgánica o las pilas, a saber dónde dejabas las pilas.
Hasta que llegó el confinamiento.
En casa decidimos que dejar la basura no fuese sólo una oportunidad de salir a la calle. Así que el primer criterio fue no bajar una bolsa, sino, como mínimo, tres o cuatro. Todas las que pudieras llevar y dejar una mano para abrir puertas, contenedores y todo eso.
No menos importante es el equipo de supervivencia. Hay que cambiar la ropa. Hemos creado un espacio para ropa sucia, donde dejo lo que saco a la calle. Me mudo y acto seguido me lavo las manos por si al vestirme me he contaminado. Ya con el vestuario y el calzado adecuado, toca ponerse los guantes, recoger la basura y salir.
Aunque siempre compruebo que las bolsas de basura no gotean, bajo en ascensor para minimizar posibles accidentes.
Ya estoy en la calle. Los contenedores se encuentran a veinte metros, doblando en la esquina pero el trayecto es muy emocionante. No sabes si estarán todos llenos o no; o si sólo tendrás que buscar otro lugar para el plástico porque no quieres dejarlo en el suelo. ¿Has cogido el DNI por si hay ronda policial? ¿Dónde irás si está todo completo? Hoy hubo suerte y hay espacio. Toca regresar a casa.
El camino de vuelta es más sencillo. Subes por la escalera para evitar picar en el ascensor. Después de todo es un riesgo. Puedes llevar virus en el plástico e ir dejando huella para otros vecinos.
Abrir la puerta de casa tiene su arte. Después de girar la llave, empujas con el codo para evitar tocar con la mano el pomo. Entras y cierras con un codazo. Empieza la operación de desinfección.
Primero, aplicas solución hidroalcohólica en las llaves y las depositas en el espacio reservado para ellas. A continuación pasas al baño y te quitas los guantes con cuidado. Primer lavado de manos y pasas a la zona de ropa para mudarte. Apartas la ropa de batalla y, desnudo, regresas al baño para volver a lavarte. En fin, entre tantas vueltas sabes que es posible que el puñetero virus esté haciendo de las suyas por tu casa, pero no será por agua y jabón.
Regresas al cuarto y te vistes. Ya estás, de nuevo en tu casa.
Toca una cerveza y la película del día.
Sinceramente, ahora que escribo esto disfrutaba más cuando mi padre sacaba la basura.

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails