
Esa declaración es inaceptable y demuestra un eurocentrismo colonialista impropio de una mujer progresista, como se declara Fernández de la Vega. Me explico. Ella defiende la Educación para la ciudadanía, una asignatura donde muchos denunciamos la carga filosófica que lleva dentro. Uno de los peligros de esa asignatura (donde se encuentran contenidos interesantes) es el relativismo que fulmina el derecho natural. Convierte lo legal en sinónimo de moral, con lo que lo aprobado por las leyes es moralmente aceptable. Por ejemplo, la Iglesia rechaza el matrimonio homosexual y, con los preceptos de Educación para la Ciudadanía, es una actitud censurable, puesto que la mayoría política ha aprobado esa norma.
Ahora bien, resulta que la mayoría política de Niger, y por lo que dicen también social, aprueba la poligamia. Con los preceptos de Educación para la ciudadanía, es algo moralmente aceptable. A no ser que, claro está, existan unos preceptos morales universales, un derecho natural previo a las normas. Pero eso no puede ser, ya que dinamitaría la Educación para la Ciudadanía. Entonces, ¿qué hacemos? ¿Imponemos nuestras normas europeas a una sociedad que no las quiere? Así llegamos a un callejón sin salida que demuestra, una vez más, el absurdo ideológico en el que se mueve nuestro gobierno y, lo que es más grave, en el que intentan educar a nuestros jóvenes. Ahora sólo falta un viaje a Arabia Saudí para que Fernández de la Vega sea objetora a Educación para la ciudadanía.