sábado, 29 de agosto de 2009

El valor de la amistad

En los informativos radiofónicos de este viernes, 28 de agosto, se citó la muerte de un joven en Madrid de un disparo en la cabeza. Suceso trágico donde los haya. Pero no me interesa eso. Sino un detalle que comentaron todas las noticias. Los amigos llevaron a su amigo al servicio de Urgencias y allí lo dejaron tirado. Se aseguraron que recibiese amistad y se fueron para evitar los, por otra parte lógicos, problemas con la justicia por las preguntas que deberían responder.
Pero, con esa actitud, ¿cómo se pueden llamar amigos? Serían conocidos, compañeros de parranda, colegillas, pero no amigos. Un amigo no deja a otro muriéndose, un amigo da la cara por su amigo, se mantiene a su lado; le tiende la mano en la agonía; un amigo no piensa en las preguntas que deberá responder ante la policía. C. S. Lewis introdujo la amistad en uno de sus cuatro amores; es decir, es mucho más que una palabra para usar y salir corriendo.
Tal vez por eso haya tan pocos amigos y tantos conocidos.

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