martes, 22 de diciembre de 2009

La última noche de Jovino Mauro López

En vida, Jovino Mauro López apenas interesó a los medios de comunicación. Sí a unas cuantas personas que trataron de ayudarle sin lograrlo. Sin embargo, su muerte, el pasado sábado por la mañana, ha provocado numerosas páginas en la prensa. Su fallecimiento, en plena ola de frío, ha despertado el intéres y un grave lamento sobre lo duro e injusto que es la vida. Es lo que sucede en Navidad. Todos nos volvemos más sensibles.
Sin embargo, siendo correcto y loable la pena que despertó este vecino de Avilés, habría que reflexionar sobre un par de cosas que han pasado inadvertidas a los medios de comunicación. Jovino Mauro López durmió su última noche en el atrio de la Iglesia de San Nicolás por su voluntad. No quiso ir al Albergue Municipal de Transeúntes. El acceso a él es bien sencillo. Con no estar borracho o drogado (o de una forma no conflictiva con el entorno) tiene acceso a una cama caliente y limpia, a una cena y a un desayuno. Pero su opción vital era otra. Es cierto que debe haber plazas libres, como las había ese día.
La segunda es que Jovino Mauro López no murió de frío. La muerte por frío, te explican los médicos, viene lentamente, te quedas quieto en el sitio y todo termina. Jovino Mauro López caminaba y cayó. Su forma de vida le pasó factura. Si en vez del veinte de diciembre estuviésemos en el 20 de mayo, Jovino Mauro hubiese muerto de igual forma. Y, como sucedió en vida, tampoco hubiese interesado a la prensa.
La muerte de Jovino Mauro López no me provoca más pena que otras muertes solitarias, que otras muertas desconocidas, que otras muertes de personas conocidas. Nosotros, como ciudadanos, hemos construido una sociedad donde Jovino Mauro López disponía de recursos para vivir con un mínimo de dignidad. Pero no quiso aprovecharlos. Sólo él sabe los motivos, lo que le llevó a vivir de esa forma. Nosotros, como sociedad, cumplimos tejiendo una red de solidaridad.

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails