Uno de los encantos de las estaciones del ferrocarril eran las placas de la Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico que nos informaban de la altura sobre la que nos encontrábamos. Si el viajero partía de su lugar de origen, podía saber si ascendía o descendía, o si esa nueva localidad se encontraba a la misma altura que su punto de partida. Eran una placas con aire de provincia y que hacía que el viajero no se sintiese extraño en la nueva tierra porque, aunque fuese una medición y una comparación, algo lo relacionaba con su lugar de origen.
Y aquí está la placa que se puede ver en la estación de Avilés, en la vieja Estación del Norte, en la Estación de Ferrocarril. Un diseño ovalado que no se ve en las modernas estaciones de alta velocidad y donde uno puede preguntarse, ¿cómo harán con la subida de los mares?
