El progreso carece de sentimientos. Sólo se preocupa de avanzar. No tiene otra lógica. El asfalto ha crecido como una muralla insensible, arrinconando a la vieja zapatería.
Resiste el viejo edificio, negándose a perder sus sentimientos, el recuerdo del pasado. El futuro también puede ser como nosotros digamos.
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