La maleza ha surgido libremente, alejada de la mano del hombre; precisamente por su ausencia.
Aún así, resulta tan hermosa verla. Esas filas de hojas, alineadas con la perfección de un ejército cuya única arma es la belleza y no aspira a pelear más que con su imperfección.
Ahí está, la naturaleza. Dispuesta a enseñarnos tantas cosas.
Sólo tenemos que querer ver, saber ver.
En las dos últimas semanas, he sido testigo de acontecimientos realmente horribles, espantosos. Algunos me dolerán toda la vida; otros son las normales deslealtades que se acumulan en el camino.
Y siempre con la naturaleza mirándonos.
Y nosotros sin atenderla.
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